Ciudad de México.— Rod Stewart volvió a dejar claro que el paso del tiempo no tiene poder sobre las verdaderas leyendas. La noche del martes, el británico encendió el Palacio de los Deportes ante cerca de 20 mil asistentes que corearon cada una de sus canciones, en un concierto que fue un viaje por la memoria del rock y una celebración de la vitalidad.
A sus 80 años recién cumplidos, Stewart apareció elegante y carismático bajo el emblemático domo de cobre, luciendo un llamativo saco con estampado de cebra. Pese a una advertencia previa sobre la altitud de la capital, el artista no mostró signo alguno de fatiga: cantó, bailó y bromeó con el público con la misma energía que en sus mejores épocas.
Durante casi dos horas, el cantante recorrió buena parte de su repertorio, desde clásicos como The First Cut Is the Deepest hasta himnos inmortales como Forever Young, que hizo vibrar el recinto con un coro multitudinario. Fue una noche cargada de emoción, ritmo y nostalgia, donde Stewart demostró —una vez más— que el espíritu del rock no envejece.